
(El libro de bolsillo - Filosofía) Tapa blanda
6 noviembre 2014
de José Ferrater Mora (Autor)
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Introducción: la adicción como prisión mental y cómo Dejar de Fumar con Ley del Mentalismo
Existen adicciones que se perciben como físicas, pero cuya verdadera raíz es mental.
El acto de fumar es un ejemplo perfecto: no se sostiene por una necesidad real del cuerpo, sino por una estructura de pensamientos, emociones y creencias que, con el tiempo, forman una red invisible que parece imposible de romper.
Durante años, esa red puede dar la impresión de que el cigarro “calma”, “acompaña” o “da placer”.
Sin embargo, estas percepciones no son hechos objetivos, sino ilusiones mentales profundamente arraigadas.
El fumador no se aferra al tabaco, sino a la idea de sí mismo como fumador, a la identidad que ha construido alrededor de ese acto.
El Principio de Mentalismo, que enseña que “Todo es mente”, ofrece la clave para comprender esta dinámica: si la adicción existe en la mente, ninguna solución externa puede erradicarla de forma definitiva.
Aplicarlo significa ver que el cigarro no es el enemigo: la batalla nunca estuvo afuera, sino en la programación mental que define la identidad de “fumador”.
La verdadera liberación solo llega cuando la mente que sostenía la adicción se transforma, haciendo que el cigarro pierda todo su significado y atractivo y con ello desaparece la ilusión.
Esta comprensión no surge de una teoría lejana, sino de una experiencia directa: cuando la mente cambia, el hábito desaparece de manera natural, sin lucha ni esfuerzo.
Fumar no es un problema físico, sino mental.
El cigarro no tiene poder en sí mismo: lo que lo vuelve irresistible es la estructura de creencias y emociones que la mente ha construido alrededor de él.
Cuando esa programación se desactiva, no hay lucha, no hay recaída.
Simplemente, fumar deja de tener sentido, como una sombra que se desvanece con la luz del amanecer.
Dejar de fumar no es una batalla ganada, sino un despertar: descubrir que nunca hubo cadenas, solo pensamientos que parecían reales.
1. La verdadera naturaleza de la adicción
Para comprender el mecanismo de la adicción al tabaco, es necesario ver más allá de lo evidente.
El cigarro en sí es solo un objeto: no tiene poder intrínseco.
Lo que lo vuelve aparentemente irresistible es el sistema mental que lo rodea.
Cada impulso de fumar surge de pensamientos automáticos que actúan como detonadores:
- “Esto me tranquiliza.”
- “Lo necesito para concentrarme.”
- “Un cigarro más no me hará daño.”
Estas ideas, repetidas una y otra vez, crean una creencia central: “Soy fumador.”
Mientras esta identidad se mantenga activa, aunque el cuerpo se abstenga de nicotina durante días o semanas, la programación mental seguirá intacta.
Por eso las recaídas son tan comunes: aunque el cigarro se abandone temporalmente, la mente sigue sosteniendo la identidad que lo genera.
El primer paso hacia la liberación consiste en reconocer esta estructura como lo que es: una ilusión.
No se trata de luchar contra el cigarro ni de reprimir el deseo, sino de ver con claridad que la adicción no tiene existencia propia, más allá de los pensamientos que la alimentan.
Una vez comprendido esto, el proceso de transformación puede comenzar, y con él, la desaparición natural del hábito.
2. El proceso de transformación para Dejar de Fumar con la Ley del Mentalismo
El hábito de fumar no desaparece mediante la represión o la fuerza de voluntad, sino como consecuencia natural de un cambio profundo en la mente que lo sostiene.
Este proceso puede comprenderse en tres etapas sucesivas: consciencia, desprogramación y reprogramación.
Fase 1: Consciencia – Ver el mecanismo oculto
Todo cambio verdadero comienza con la observación lúcida.
La adicción prospera porque opera de forma automática, oculta bajo capas de justificación y costumbre.
Cuando surge el impulso de fumar, lo esencial no es actuar ni resistirse, sino observar con claridad:
- El pensamiento que lo genera.
- La emoción que lo acompaña.
- El deseo de identidad que lo sostiene.
En este simple acto de observar, se ilumina el mecanismo oculto.
Se comprende que el impulso no es una fuerza inevitable, sino un movimiento mental transitorio, como una nube que cruza el cielo.
Esta toma de consciencia rompe la ilusión de que fumar es una decisión libre o inevitable.
Fase 2: Desprogramación – Desmontar la ilusión
Una vez que el mecanismo se hace visible, comienza la desprogramación.
Aquí, las creencias que sostienen la adicción se ponen en tela de juicio.
Ideas como “el cigarro me calma” o “no puedo vivir sin él” se revelan como afirmaciones sin base real.
El alivio nunca provino del cigarro, sino del acto momentáneo de satisfacer un deseo que la mente misma creó.
Al ver esto con claridad, la supuesta “necesidad” se disuelve.
En este punto, la identidad de “soy fumador” empieza a resquebrajarse.
Se percibe que fumar no define a nadie, sino que es solo un pensamiento repetido, sostenido por la inercia de la costumbre.
Fase 3: Reprogramación – Crear una nueva realidad mental para Dejar de Fumar con la Ley del Mentalismo
Cuando la vieja programación se ha debilitado, es posible construir una nueva estructura mental que sustituya a la anterior.
Esto no se logra mediante afirmaciones superficiales, sino a través de una visualización profunda y coherente: la imagen de un ser libre, pleno y saludable que respira vida sin dependencia.
Al sostener esta visión una y otra vez, la mente comienza a identificarse con esa nueva realidad, y la antigua identidad de fumador pierde toda consistencia.
El deseo de fumar se desvanece de manera natural, sin lucha, porque ya no encuentra un lugar donde sostenerse.
3. La desaparición natural del hábito
Cuando el proceso mental se completa, fumar deja de ser una tentación o un problema.
No hay esfuerzo ni represión: simplemente, el cigarro pierde sentido, como un sueño del que se despierta.
Este es el poder del Principio de Mentalismo en acción: cuando la mente se transforma, la realidad externa se ajusta a esa transformación.
Dejar de fumar no es el objetivo final, sino el efecto natural de haber despertado de una ilusión profundamente arraigada.
Despertar de la ilusión
La adicción es como una sombra proyectada en la pared: parece sólida, pero carece de sustancia.
Mientras se lucha contra la sombra, esta parece crecer y fortalecerse.
Solo cuando se comprende que su origen está en la luz que la proyecta, la sombra desaparece sin resistencia.
Así sucede con el cigarro: no se vence luchando contra él, sino comprendiendo la mente que lo sostiene.
Cuando esa mente se ilumina con claridad, el hábito se desvanece como la oscuridad ante el amanecer.
Dejar de fumar no es una batalla ganada, sino un despertar: el descubrimiento de que nunca hubo cadenas, solo pensamientos que parecían reales.
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